lunes, 5 de diciembre de 2011

-Capítulo uno.

Volvía de mi matutino día de invierno, las ramas de los árboles me impedía ver lo que había delante y detrás de mi. Decidí irme por un camino distinto al salir del instituto, mi única amiga se había cambiado y me había dejado sola, ¿para que irme en el autobús con un montón de chicos y chicas que para ellos era una desconocida de más? Llevo aquí desde que era pequeña, y conozco a esos chicos desde siempre, pero me tomaron por rara y decidieron marginarme. ¿Desde cuando ser más guapa o ''guay'' es más importante que lo demás? Yo no entendía esos términos, y tampoco tenía la intención de hacerlo. El viaje a pie desde el instituto hasta mi casa era de veinte minutos, pero se me paso bastante más rápido de lo normal. Vivía en una casa antigua, los techos estaban hechos de madera, y había alguna pared de piedra. Vivía con mis padres, mi hermana y mi abuelo. No me llevaba muy mal con ellos, mi abuelo era el que mejor me entendía, no estaba ''chapado a la antigua'' y aunque pareciera de que no se enteraba de nada, era siempre él en saber las cosas. Ya estaba en mi barrio, y llegaría a mi casa en un abrir y cerrar de ojos, mi casa tenía timbre, pero era horrible la musiquita que sonaba, y yo siempre hacía el típico ''toc toc''.
-¡Ya voy! Chillaron.
 Esa era mi madre, una mujer que se dejaba llevar.
-Hola mamá. le dije desanimada y mirándome los pies.
-¿Volviste a venir andando verdad? Me dijo colocándome bien la bufanda que llevaba.
-Ya sabes que no quiero irme con ellos.. La dije mientras subía por las escaleras ruidosas.
-¿No quieres comer? Dijo elevando la voz.
-¡No tengo hambre! Dije dando un portazo en mi habitación.
Me dirigí a mi cama y me desplome en ella. Nadie me entendía, nadie pensaba igual que yo, y tenía mis mismos gustos, solo había una persona que pudiera acercarse a ellos y ahora estaba lejos de mi. Pasaron dos horas desde que me tumbé, no tenía reloj, pero mirando al sol sabía que hora era, me pasé la tarde pintando mis paredes de mi habitación, me gustaba decorarla a mi gusto, soñaba con cosas muy raras, que me gustaban retratarlas en mi pared como si fuera un lienzo. Al ver que ya no tenía más espiración en pintar, baje las escaleras y me encontré con mi abuelo. Mi abuelo aveces decía cosas sin sentido, pero él sabía que las tenía, y con el paso del tiempo, se entendía a que se refería.
-Hola Abuelo, le dije mientras me cogía el abrigo y los zapatos, tenía pensado volver a salir al bosque.
-Hija, que las personas no te engañen que son muy malas. Me dijo con voz amable.
-Claro abuelo, claro, tú eres él único que no lo hará, ¿verdad?
-¿Tú sabes donde esta él baño? Dijo mirando hacia el techo.
-Claro, mira, ¿ves esa puerta? Le dije señalándolo. Pues entras y ahí se encuentra.
-Es que me gustaría hacerme unas tortillas.
-Jajaja, ¡Que tengas suerte abuelo! Le dije al pobre anciano mientras me iba corriendo hacía el profundo y frondoso bosque.
Nunca había visto su final, que había al otro lado de él. Siempre me quedaba en un tronco que debió ser derribado por causas del medio. Mientras iba caminando escuchando el crujido de mis pasos, el roce de el viento con las hojas de los árboles, decidí pararme, pero lo que no decidió pasarse fue el crujido de las hojas de pisadas. No estaba sola.

2 comentarios:

  1. http://ilovecodyrobertsimpson.blogspot.com/2011/12/capitulo-1-novela-secret-love.html
    Porfavor nos publicamos? Yo te recomiendo y tu me recomiendad?

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